viernes, 4 de junio de 2010

RAMÓN CONDE, EXPONE SUS "EVOLUCIONES" por Fernando Barreira









































































































































Me voy a permitir el lujo, de no hablar de mí, y hacerlo de mi buen amigo, genial escultor y fantástico hombre, que se llama Ramón Conde.
Ramón Conde, inauguró ayer día 3 en el Claustro Plateresco del Hostal de Los Reyes Católicos en Santiago de Compostela, una exposición de su recorrido artístico en estos últimos 25 años, se inaugura tambien con él , un ciclo de exposiciones anunciadas por el Director del Parador, Julio Cesar Castro, para devolverle el concepto de Hotel-Monumento-Museo, con las obras de los más reconocidos artistas plásticos del momento.
Volviendo a Ramón, un día no muy lejano en el tiempo, en una conversación de tu a tu, le manifestaba mi asombro y admiración por esa capacidad de pensar en grande y construir en grande.... y descubrí despues de un buen rato, que toda la monumentalidad y grandiosidad de su obra quedaba enmarcada en sus caras-íntimas, y en sus mensajes contenidos... era un descubrimiento que a partir de entonces, intentaría yo, buscar en cada una de sus obras.
Comencé a mirar la obra de Ramón, de una manera más sosegada, menos asombrada y más intimista, empecé a percibir que sus inquietantes gestos, sus contenidos mirares, sus poses dinámicas y a veces tambien manieristas, enmarcadas estas en un teatro muscular excepcional, tenían la verdad de Ramón, una verdad inteligentemente moldeada y dialogante con el espectador.... sus miradas calculadisimas en vacio, y pequeñisimos destellos me indicaban, que ese hombre bajito, mimético en estética con su obra, ese hombre, Ramón, dejaba un mensaje claro e intimista en cada uno de sus rostros, ahí descubrí la magia del señor Conde.
Batallado, seguro, viajado y reconocido, se asoma Ramón a cada una de sus piezas con una distancia humilde, que lo separa de su obra, ya hecha, ya realizada, el diálogo ya no le pertenece... y sus sensaciones son ahora públicas, termina así la parte privada de Ramón.
Agota sus recursos estéticos cuando ya no le pueden aportar más expresión, reinventa continuadamente el volumen muscular para contener en cada uno de sus gigantes, un mensaje que de inmediato pone distancia entre la obra y el autor. Por contra, ese mensaje es ahora público y es el espectador el que debe de recuperar el diálogo con la obra.

Ramón Conde es un enamorado de la perfección, aunque el límite de esa perfección no se queda en los cánones clásicos respetados y admirados por él; sinó que reinterpreta en angustiosas y contenidas formas sus propios excesos estéticos, convirtiendo la inmensidad en serenos posares.

Algo siempre nuevo tiene su obra, que ahora, muestra policromada, concediendole a la escultura una terminación más realista, si puede, con la policromía de sus exentos titanes.

Permítanse perder el tiempo, y ganen en disposición.... Ramón Conde, sigue impresionando al expectador.
















1 comentario:

  1. Cariño, además es un placer leerte...

    Sonrisas, risas y besos

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