Algunas veces, no llegan las palabras, ni los hechos para transmitir estados de ánimo ni sentimientos... tampoco llegan los pinceles a igualar las emociones, aunque consiguen paralizar ese momento sentido y hacerlo duradero. Cuando me enfrento a la realidad de la decadencia de mi padre, taladrado por sus mil enfermedades, tocado en todo su interior, y le miro a los ojos... veo esa chispa de vida que demanda atención, atención constante y angustiosa provocada por el propio miedo, el miedo que él siente a la muerte y el miedo al dolor que sentimos los espectadores de su decadencia física. Él tiene miedo a morir, y los demás... al menos yo, tengo miedo al verlo vivir, porque siento y recorro mentalmente toda su evolución hasta el final.
A veces me avergüenzo de no estar a la altura de la situación, a veces me castigo con soledad para evitar manifestarle todo mi angustia, a veces, muchas, sólo puedo llorar aguda y calladamente para aligerar tanta tensión... pero en este callejón sin salida que es LA enfermedad terminal, yo soy un espectador de platea con entrada preferente y acceso a camerinos... imagino que de aquí a algún tiempo, el tiempo me pondrá en su lugar. Y por desgracia, yo no tengo quien me escriba ni quién me pinte.
Mañana salgo de viaje hacia Lisboa, a retirar la Exposición del Centro Gallego de Lisboa, , Palacio Cordo Boullosa, y cerrar un trato para exponer obra a la Galería de Arte (Espaço de Arte) del INDEG de Lisboa. Regreso el domingo a Espanha y vuelta a pintar.......
viernes 30 de octubre de 2009.
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